domingo, 13 de marzo de 2011

Una mota de polvo

Bien pensado somos bastante poca cosa, un trozo organizado de universo de unos 70 kilogramos de masa más o menos, que habita un planeta pequeño que orbita una estrella bastante mediocre y pequeña situada en un brazo de una pequeña galaxia nada especial.

Es difícil hacerse una idea de que significa todo esto, aquí tenemos una representación a escala de los tamaños de los planetas respecto al Sol y de el Sol comparados con otras estrellas que algo ayuda. 

Comparación en HD


La magnitud de nuestra insignificancia es aterradora, millones de seres humanos que nos precedieron, vivieron convencidos de que éramos seres privilegiados hijos predilectos de los dioses y que habitábamos un mundo que era el centro del Universo, algunos intuyeron y demostraron después que nuestro mundo era un planeta que giraba alrededor el Sol y después de cientos de años de avances científicos  llegamos a la conclusión que estábamos situados en un brazo de la galaxia que los antiguos griegos llamaron Via Láctea. 
Apenas hace menos de cien años que Hubble afirmó que todas aquellas nebulosas que apreciabamos a través de los telescopios eran en el fondo galaxias como la nuestra formadas por millones de estrellas. En apenas 500 años la visión del Universo se ha agrandado de una forma tan asombrosa y descomunal que no sabemos donde nos llevará si seguimos a este ritmo de descubrimientos, ya hay teorías que hablan de multiversos y después ... . Lo más curioso es que apenas hay diferencias entre el cerebro del hombre actual y del hombre que deambulaba por la faz de la Tierra hace 30.000 ó 100.000 años, nos sigue moviendo el mismo afán de sobrevivir y disfrutar de los placeres de la vida.

A partir de  una foto  de la Tierra tomada en 1990 desde 6.000 millones de kilómetros por la nave espacial Voyager 1  Carl Sagan nos ofreció como colofón de su serie Cosmos estas bellas palabras:
Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es casa. Eso es nosotros. En él se encuentra todo aquel que amas, todo aquel que conoces, todo aquel del que has oído hablar, cada ser humano que existió, vivió sus vidas. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de confiadas religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilización, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada esperanzado niño, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de luz del sol.
La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades visitadas por los habitantes de una esquina de ese pixel para los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina; lo frecuente de sus incomprensiones, lo ávidos de matarse unos a otros, lo ferviente de su odio. Nuestras posturas, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que tenemos una posición privilegiada en el Universo, son desafiadas por este punto de luz pálida.
Nuestro planeta es una mota solitaria de luz en la gran envolvente oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que la ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.
La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos.
Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad y construcción de carácter. Quizá no hay mejor demostración de la tontería de los prejuicios humanos que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amablemente, y de preservar el pálido punto azul, el único hogar que jamás hemos conocido.”
Carl Sagan

2 comentarios:

  1. Increible. Cuan insignificantes somos. Cuan distorsionada esta nuestra percepcion del universo, de las cosas que importan, de la relevancia de nuestra presencia en este ínfimo y prácticamente indetectable punto perdido en el universo.

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    1. Ni que lo digas, somos bastante insignificantes pero los somos todo para nosotros mismos y los nuestros. Venimos de la inexistencia y vamos hacia ella y mientras tanto nuestras vidas son un efímero destello...

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