jueves, 1 de septiembre de 2011

Las estrellas, mi destino

"Las estrellas, mi destino" de Alfred Bester, novela publicada en 1955, hay que tener en cuenta este dato para ser consciente de la importancia de la obra y valorar el mundo que nos recrea en el siglo XXV,  en ella vamos descubriendo el misterio que encierra el único superviviente de la nave espacial Nómada. La linea argumental recuerda la del "Conde de Montecristo" lo que mueve a Gully Foyle es la venganza, en la novela hay mucha acción y diálogos con una continua aparición de personajes, las descripciones y reflexiones son la mínimas imprescindibles. Se deja leer bien aunque hay momentos en que parece que todo se estanca y la narración pierde fluidez pero que queda compensado por los frenéticos e intensos capítulos finales.

Es una de esas novelas que descubres lo grande que es en el momento de llegar al punto final, todo empieza a cuadrar y aspectos que no habíamos tenido en cuenta se convierten de pronto en el centro de la novela, y nos permite comprender mejor al personaje y comprender el destino para el que estaba predeterminado dando sentido a todo lo que ha sucedido hasta ese momento. 


Contraportada

En el siglo XXV, cuando las técnicas de teleportación han cambiado de forma radical la sociedad de la Tierra, un hombre motivado por pasiones extremas emprende un carrera desesperada por cambiarse a sí mismo. Gully Foyle fue abandonado a su suerte y logró sobrevivir milagrosamente a una situación sin esperanzas; desde entonces ha venido acumulando riquezas y poder con un único objetivo: vengarse. 

Las estrellas mi destino es uno de los eternos favoritos de la ciencia ficción, una novela de cabecera para cada generación de lectores que ha existido desde su publicación original en los años cincuenta. Un libro pirotécnico, intenso y rebosante de ideas al que se vuelve, una y otra vez, con placer renovado. 


"En los setenta se la consideraba aún la mejor novela de ciencia ficción jamás escrita. Por supuesto, sabemos que eso sigue siendo cierto hoy en día" -- Kathyrn Cramer y David G. Hartwell 

TEXTOS.
"¡Tigre, tigre!, cuyo brillo refulge
en los bosques de la noche, 
¿qué mano, qué ojo inmortal
podría plasmar tu temible simetría?"
                                        Blake


"Fue una edad de oro, una época de grandes aventuras, de vidas frenéticas y muertes violentas..., pero nadie lo creía. Fue un futuro de fortuna y latrocinio, de pillaje y saqueo, de vicio y cultura..., pero nadie lo reconocía. Fue una época de extremos, un fascinante siglo de rarezas..., pero a nadie le gustaba." Pág. 11.
"Miró por tercera vez, y por tercera vez vio una nave que aceleraba hacia el Sol con los propulsores de popa encendidos, en una trayectoria que pasaría junto a él". Pág 23.
"Las calles estaban desiertas; todo el mundo había abandonado la ciudad. La población de Nueva York, de todas las ciudades, había jaunteado en una búsqueda desesperada de seguridad, hasta el límite de su habilidad; cinco kilómetros, cincuenta kilómetros, quinientos kilómetros. Algunos habían jaunteado al lugar donde se producía un impacto. Miles de personas murieron en explosiones de jaunteo, pues las plataformas públicas no estaban ideadas para dar cabida a las aglomeración de un éxodo masivo". Pág. 157
"Jaunteó por las lineas geodésicas del espaciotiempo hasta un Otrolugar y un Otrotiempo. Llegó al caos. Quedó suspendido en un inestable Pseudoahora durante un momento, y luego se desplomó de nuevo hacía el caos." Pág. 226.
"AHORA: Rigel, en Orión, con su resplandor blancoazulado, a quinientos cuarenta años luz de la Tierra, diez mil veces más luminosa que el Sol, un cúmulo de energía orbitado por treinta y siete planetas gigantescos... Foyle flotó, congelándose y asfixiándose en el espacio, cara a cara  con el portentoso destino en el que creía, pero que aún resultaba inconcebible. Flotó en el espacio durante un momento cegador, tan impotente, tan asombrado y, sin embargo, con tanta sensación de inexorabilidad como el primer animal branquiado que salió del mar y se puso a boquear en una playa primigenia, en los albores de la historia de la vida en la Tierra." Pág. 226

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